domingo, 25 de noviembre de 2007

PLANIFICACIÓN ESCOLAR

El proceso de planificar atendiendo la proposición de unidades temáticas, proyectos y centros de interés para el aprendizaje significativo.

Aquí se presenta un resumen de la parte teórica del libro de mismo título publicado por la maestra María del Carmen Curti (Aula, Montevideo, 1999).

Para actualizarnos en el campo de la planificación es necesario, primero, ponernos de acuerdo en el concepto de planificación que vamos a manejar.

Muchos docentes dicen "yo no planifico". Pero en realidad siempre planificamos. Seguramente lo que esos maestros no hacen es escribir lo que piensan hacer en el aula.
Planificar tiene dos instancias¨: pensar y escribir el producto de nuestra elaboración mental.

Las preguntas a las que responde la planificación son:
1) qué enseñar,
2) cómo enseñar
3) cuándo enseñar y
4) qué, cuándo y cómo evaluar.

1) Qué enseñar.
Para definir qué enseñar tomaremos en cuenta 2 aspectos: los objetivos y los contenidos.
En los objetivos subyace nuestra idea de cómo aprenden los niños, del rol del docente y de las características del contenido que queremos que el niño aprenda.
En la escuela tradicional se priorizaba el contenido, y el niño era visto como un receptor pasivo.
El rol del docente era de trasmisor: debía trasladar el conocimiento que él tenía y asegurarse de que los niños lo recordaran. (Modelo normativo).
En las primeras décadas del siglo XX surgió el movimiento "escuela nueva", que se centró en motivar al niño para que realice actividades y se interese en la labor escolar. (Modelo incitativo).

Hoy creemos que el conocimiento no se trasmite, sino que cada individuo lo construye por sí mismo a través de sucesivas aproximaciones en las cuales el error constituye una etapa positiva del aprendizaje. (Modelo aproximativo).

En los contenidos, tengamos en cuenta que la misión de la escuela es trasmitir saberes sociales (conocimientos que son válidos para una sociedad determinada en un momento determinado). Aunque es imposible que los niños puedan adquirir la totalidad del conocimiento social, por lo que la escuela a través del currículo oficial selecciona aquellos contenidos que considera pertinentes, y luego los maestros realizamos nuevos cortes y adaptaciones para adaptar ese currículo a la realidad de nuestra escuela y nuestro grupo particular. Además, cuando el conocimiento llega al niño sufrió una serie de transformaciones, en las cuales también intervienen los libros de texto como mediadores, que lo convirtieron de conocimiento científico en conocimiento enseñable. (Transposición didáctica).

Los contenidos pueden ser de 3 tipos:
Conceptuales (se trasmite información)
Procedimentales (desarrollo de capacidades y destrezas que queremos que el niño adquiera
Actitudinales (discusión, confrontación y transformación de actitudes y valores).

2) cómo y cuándo enseñar.
El proceso de aprendizaje de conceptos se desarrolla a través de la necesidad de resolver problemas o responder preguntas. El docente debe prestar permanente atención a las respuestas, para evaluar y reformular permanentemente sus propias propuestas. Al proponer un conflicto o problema deberá tenerse en cuenta que el niño tenga las herramientas para abordarlo, aunque éstas no sean las más adecuadas, pero el problema debe constituir un desafío superable en la confrontación con los otros niños o con la ayuda del docente. Como dice Vigotsky, lo que un niño aprende a hacer con otros finalmente aprenderá a hacerlo solo, si le damos el tiempo y las oportunidades para que lo logre.

Los saberes previos del niño deben ser tomados como punto de partida para ampliar y profundizar los conocimientos: las propuestas no deben ser tan simples que solamente los reafirmen.

Los contenidos deben estar relacionados con otros contenidos disciplinares, de forma de acercar al niño a la complejidad de la realidad.
El proceso de aprendizaje de procedimientos se relaciona más con la repetición de actividades para desarrollar determinada habilidad.
El proceso de aprendizaje de actitudes se basa en la confrontación y discusión grupal.

* Los emergentes.
Son los temas que aparecen en el aula sin que los hayamos planificado, por acontecimientos, noticias impactantes, etc. Merecen la misma atención que cualquier contenido curricular, por el interés que despiertan en el niño. Ante su surgimiento, el docente deberá plantearse qué contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales puede abordar alrededor de ellos.

* Las líneas transversales.
Son los temas que por su amplitud están presentes en cada grado escolar, en cada centro de interés, en cada unidad didáctica. Se llaman así precisamente porque atraviesan todo el currículo y no se agotan cuando son tratados en un módulo.
Son ejemplos: la preservación del medio ambiente, la salud, el consumo crítico, los derechos humanos.
Organizar unidades o proyectos sobre estos temas es bueno, pero no es suficiente para agotarlos: estarán presentes en toda la diversidad de contenidos abordados en el aula.

3) Qué, cuándo y cómo evaluar.
Lo más importante es no confundir la evaluación con otros aspectos que se derivan de evaluaciones, como la calificación o la promoción. Tenemos 3 momentos de evaluación: inicial, formativa y sumativa.

Evaluación inicial
Se reliza al comienzo de una nueva fase de aprendizaje, consultando e interpretando la historia escolar del alumno o del grupo, registrando e interpretando respuestas y compoertamientos ante preguntas y situaciones nuevas. Nos permite averiguar cuáles son los conocimientos previos de los niños, sus actitudes, capacidades y potencialidades.
Evaluación formativa
Se realiza durante el proceso de enseñanza, para detectar los éxitos y los obstáculos que estamos encontrando. Es autocorrectora, su función es reformular las propuestas del mismo docente a partir de los resultados,. La consideramos la más valiosa desde el punto de vista de la propuesta constructivista.
Evaluación sumativa
Es la que más puntos de contacto tiene con la evaluación tradicional, en la medida en que propone un corte en el proceso de aprendizaje. Atiende al grado de cumplimiento de los objetivos planteados. Se refiere a la significatividad y funcionalidad (capacidad de uso) de los aprendizajes logrados, y no sólo a verificar que se acrediten.

1 comentario:

María Dolores Díaz Noguera dijo...

Muy bien. La entrada es correcta.